“Yo también tengo una vaca” les dije a todo el paralelo “y, además esa vaca produce leche chocolatada”. Hace casi tres años, un grupo de estudiantes  de nuestra querida escuela quedaba sorprendido por lo que yo acababa de decir. Vacilantes en su inocencia, llenos de curiosidad e incredulidad rompían a carcajadas y yo, su nuevo profesor de inglés rompía el hielo en el primer día de clase con ellos.

Los desafíos que hoy en día tenemos los docentes, hacen que nos encontremos con un extenso enjambre de métodos, técnicas de enseñanza, estrategias metodológicas, recursos tecnológicos y otros, con la finalidad de cumplir con el proceso de enseñanza-aprendizaje. Todos ellos, debidamente enmarcados dentro de la teoría del constructivismo de Piaget y Vygotsky, la cual centra toda su atención en el niño, quien viene a ser el aprendiz activo y que al interactuar con su entorno adquiere el conocimiento.

Sin embargo, toda esta teoría puede ser echada a la basura, si en el aula de clase nos encontramos con un grupo de alumnos desmotivados, vulnerados, con baja autoestima o irrespetuosos. Es ahí donde se aplica la estrategia de “la leche chocolatada”. No estoy diciendo que todo el tiempo hay que pasar riéndose en la clase, pero si dedicarles unos minutos en preguntarles como están, saludarlos chocando los puños, contarles un chiste, elogiar sus logros, hacer valer sus esfuerzos, hacer algún desafío, conversar acerca de sus videojuego favoritos, o sus canciones preferidas.

La motivación es uno de los factores que más afecta ya sea esta positiva o negativamente al momento en que el docente se presta a dar una clase, y mucho más si la asignatura es inglés como lo es en mi caso. Así lo menciona Stephen Krashen en su teoría del Filtro Afectivo donde  expone que el estado emocional de los alumnos y sus actitudes, actúan como un filtro que permite entrar o detener la información para lograr el aprendizaje. Por lo tanto, mientras más alto sea el filtro afectivo (desmotivación, ansiedad, baja autoestima) más serán las probabilidades de que el estudiante fracase en su proceso de aprendizaje. Por lo contrario, si el filtro afectivo es bajo, menor será la posibilidad de que el estudiante fracase aprendiendo un tema o lección.

En mi experiencia como docente he aprendido a sobrellevar con una sonrisa los altibajos de la labor docente dentro del aula de clase, esto además acompañado de firmeza, respeto, tolerancia, equidad y consideración para con los niños y niñas de nuestra institución. Dentro de esa experiencia he logrado identificar dos puntos importantes en los cuales el docente debería poner más énfasis al momento de enseñar: Anticipar oportunamente los problemas de los estudiantes para aplicar estrategias que logren bajar el filtro afectivo en ellos, y enseñar de tal manera que el docente y el estudiante disfruten mutuamente durante el todo el proceso de aprendizaje.